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Un hospital sin tregua contra la covid-19 En plena segunda ola, EL PAÍS entra en hospital Josep Trueta de Girona. Cataluña apenas tuvo descanso entre la primera ola y los brotes que auparon, durante el verano, la segunda ola otoñal. Y el Trueta ha dado buena cuenta de ello. En primavera pararon casi toda la actividad no urgente para responder al azote de la covid-19, pero no podían volver a ese escenario. Los profesionales hacen ahora encaje de bolillos para llegar a todo a asumir el goteo incesante de pacientes con covid-19 y seguir atendiendo a enfermos de otras patologías La radiografía de tórax de un paciente preside la sesión clínica de un grupo de médicos del Trueta. Sobre la pantalla de luz, unos pulmones con amenaza de neumonía bilateral, santo y seña de la covid-19, asoman tras las costillas. La historia se repite una y otra vez. Sin cesar. Ahora mismo hay 86 personas ingresadas con covid-19 en el hospital, una treintena de ellas en cuidados intensivos (UCI). Toni Ferragut En la UCI se libran las peores batallas. A menudo sedados y conectados a un ventilador mecánico que respira por ellos, los pacientes más graves luchan por remontar unos pulmones exhaustos de combatir el virus. El Trueta entró en pandemia con apenas 18 camas de críticos y ahora tiene 28 más. El 80% de las plazas de UCI están ocupadas por pacientes con covid-19. Toni Ferragut Cada box es una trinchera y cada sanitario tiene su papel en la batalla contra el virus. Para entrar en la estancia, médicos y enfermeras se visten con los asfixiantes equipos de protección individual (EPI), batas, doble guante, máscaras y gafas. Pese a la experiencia, el miedo al contagio sigue pululando a su alrededor como el primer día. Fuera del box, una auxiliar de enfermería espera instrucciones y sirve de apoyo a los compañeros que están dentro con el paciente. Hay que minimizar los riesgos de exposición al contagio: cuantas menos entradas y salidas del box, mejor. Toni Ferragut En una habitación de la quinta planta, en la unidad de semicríticos, una paciente habla con su médico. Está despierta, habla y levanta el brazo. Pero queda recorrido hasta el alta. El tránsito de un paciente con covid-19 por el hospital suele durar varios días (cuando no semanas o meses). De ahí que la caída de ingresos en las estadísticas sea mucho más lenta que el bajón de los contagios. En Cataluña, la curva epidémica lleva varios días con una tendencia descendente —tiene una incidencia acumulada de 400 casos por 100.000 habitantes, casi la mitad que dos semanas atrás—, pero persiste la presión asistencial: 2.117 personas están hospitalizadas, 514 en la UCI, según la Generalitat. Toni Ferragut El trajín en planta no es menor que la UCI. Los pacientes están en mejor estado, pero el riesgo de empeoramiento de los enfermos y el peligro de contagio de los profesionales es elevado y no se puede bajar la guardia. Hasta para servir la comida en la cuarta planta, donde está el servicio de Neumología y conviven enfermos con covid-19, hay que vestirse con los EPI. El hospital llegó a tener en esta segunda ola tres plantas ocupadas por pacientes con covid-19. Ahora que el temporal amaina y la curva de contagios empieza a caer, los enfermos se han concentrado en la planta octava, de Medicina Interna, y en parte de la de Neumología. Toni Ferragut La infección por coronavirus ataca, principalmente, a los pulmones y los pacientes suelen requerir apoyo ventilatorio. No siempre es necesario un respirador y, a veces, el enfermo remonta con una mascarilla que insufla oxígeno. La recuperación, no obstante, suele ser larga. Desde el inicio de la pandemia, 183.000 personas en España han tenido que ser hospitalizados. De ellos, 15.300 han precisado entrar en la UCI, según el Ministerio de Sanidad. Toni Ferragut El manejo del paciente crítico es muy complejo. Rodeado de cables, monitorizado 24 horas al día, con sus constantes vitales vigiladas a cada instante, una maniobra con él requiere de varios profesionales que trabajen y hagan cada movimiento en perfecta sintonía. A veces, ni siquiera el ventilador mecánico es suficiente y, para mejorar la capacidad ventilatoria del enfermo, los sanitarios de la UCI suelen cambiar de posición al paciente con covid-19 y colocarlo decúbito prono, boca abajo, durante varias horas al día. Toni Ferragut El paciente con covid-19 en la UCI batalla escoltado por varios aparatos que administran paulatinamente medicación intravenosa. Sedantes, relajantes, antibióticos, corticoides, heparina… Médicos y enfermeras controlan minuciosamente cada dosis para atender todas sus demandas. De hecho, es muy común que esa polimedicación tan intensa termine pasando factura al enfermo y desarrolle, tras salir de la unidad de críticos, el síndrome post-UCI. Entre el 30% y el 50% de los pacientes que pasan por la unidad de críticos (por covid-19 u otras dolencias) sufren este conjunto de síntomas físicos, neurológicos y de salud mental vinculados a su estancia en este servicio. Toni Ferragut El virus no da tregua y las enfermeras vigilan, a pie de cama, las constantes vitales del paciente. El estado del enfermo puede cambiar de un momento para otro. Según la Generalitat, que recoge los datos de fallecidos con covid-19 o sospecha clínica de la enfermedad a través de los partes de defunción de las funerarias (un método diferente al del Ministerio de Sanidad, que solo reporta muertos con la infección confirmada), 15.542 personas con la dolencia infecciosa o sospecha de ella han fallecido en Cataluña desde el inicio de la pandemia. Toni Ferragut El ritmo de trabajo en el hospital es frenético. Con la entrada incesante de pacientes con covid-19 durante la primera ola, el Trueta ha tenido que reducir actividad programada para liberar camas de UCI y hospitalización. Así, se han cerrado dos quirófanos de tarde y otros dos por la mañana, el gabinete de hemodinámica ya no funciona por las tardes y tampoco las endoscopias. Se ha cerrado la Unidad del Sueño y la actividad de endocrinología del hospital de Día. El hospital ha intentado mantener, en la medida de lo posible, la mayor actividad ordinaria posible y minimizar la afectación al resto de pacientes. Toni Ferragut Una técnica de apoyo respiratorio es la mascarilla con alto flujo de oxígeno que ayudan a remontar la función pulmonar de los pacientes con covid-19. Pese a que el goteo de enfermos no es tan intenso como hace unas semanas y la curva epidémica en Cataluña ya dibuja una tendencia descendente, el coordinador de la Unidad de Seguimiento a la Covid-19 de Cataluña, Jacobo Mendioroz, ha pedido este lunes no bajar la guardia. Todavía no hay vacuna y la mejor protección es la prevención, seguir a rajatabla las medidas sanitarias para evitar los contagios, ha asegurado. “Si el virus vuelve a subir, tendremos una situación extremadamente compleja de cara a los próximos días y a la Navidad. Estamos de bajada, pero existe un riesgo importante”, ha insistido Mendioroz Toni Ferragut